Son ya varias las voces que definen la situación actual como la tormenta perfecta: las consecuencias de la pandemia de la Covid-19, la subida del precio del combustible, las condiciones laborales de los conductores, sus salarios y la escasez de conductores, han hecho saltar las alarmas. Además, ya habíamos observado con preocupación a los británicos y su decisión de abandonar la Unión Europea, que trajo consigo un enorme problema de desabastecimiento, debido principalmente a la falta de transportistas.
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